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Registros meteorológicos: Todo dato cuenta

Publicado en: Ráfaga 340
En este artículo: Meteorología, Temperaturas, Valores
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Estación Meteorológica. Foto: Archivo.

Comenzamos el 2024 con unos días de invierno que no nos habían acompañado en un fin y comienzo de año nuevo en largo tiempo.

Cada vez que se presentan días tan fríos como estos, se suscitan los debates sobre cuales son realmente los puntos gélidos en Cuba, algo que comienza en la comparación entre los registros actuales e históricos, en lugares con estaciones meteorológicas y que raramente escapan de los primeros lugares en las listas: Bainoa, Tapaste, Indio Hatuey, Unión de Reyes, Colón, Santo Domingo y más.

Pero de ahí saltamos a otras comparaciones más complejas, que tienen como base experiencias personales propias y otras provenientes de historias que salen de conocidos, sobre todo de aquellos que vivieron en la década de 1970 las etapas de escuela al campo en la región occidental.

En estos casos, debemos tener en cuenta que una cosa es el valor que marcan los termómetros y otro la temperatura que podemos sentir, es decir, la sensación térmica. Esta última responde, además de a factores meteorológicos, a condiciones incluso de índole biológica.

Un aparte son las referencias hechas por científicos del siglo XIX, como Alejandro de Humboldt y Andrés Poey y Aguirre, en las cuales se ilustran heladas en los alrededores de La Habana y caída de nieve en la región oriental y en elevaciones de la provincia de Pinar del Río.

Otras “pruebas” simplemente emergieron de comentarios “impersonales” sin una fuente conocida, de esas que comienza con “dicen que…” y que terminan casi siempre en “ahí sí hace frío” o “aquello sí era frío”. En ellas escuchamos sobre bebederos pequeños de animales que se congelaron, escarcha bien temprano en los campos (esto sí es posible), cañaverales congelados (también por la escarcha)...

Este último grupo es el más complejo, porque, sin la existencia de registros instrumentales ni evidencias documentales, es muy difícil verificar tales eventos. Pero también lanza otras hipótesis: de existir estaciones o registros meteorológicos en esos lugares, ¿la primacía sería de ellos?

Estaciones meteorológicas en Cuba.

Aunque le parezca poco, Cuba, para su pequeño tamaño y condición insular, tiene una densidad de estaciones meteorológicas considerable, que se hace más evidente en las provincias donde habitualmente se registran los valores más bajos, como Mayabeque y Matanzas. Entre ambas, suman 12 de las 68 estaciones con que cuenta el país.

Sin embargo, si ahora pudiéramos localizar en otros lugares de estos territorios u otras provincias otros sitios de registro, dígase estaciones meteorológicas convencionales o automáticas, no bastarían las comparaciones de datos puntuales, sino que tendríamos que obtener una serie de datos larga para hacer estos análisis.

Por ejemplo, bajo condiciones meteorológicas “parecidas”, un término entrecomillado porque no hay dos casos exactamente iguales, el comportamiento de las temperaturas se distribuye de manera diferente. Sí, hace frío, pero los valores más bajos no ocurren siempre en el mismo punto.

Claro, si ocurriera en alguno de estos nuevos puntos un valor inferior a los récords establecidos y se obtiene mediante un instrumento calibrado, por supuesto que desplazaría de las tablas a otros.

De todos será difícil alcanzar una conformidad desde un punto de vista subjetivo, ya que siempre “serán insuficientes los registros” y habrá más puntos que clamarán ser incluidos, porque, por muy cerca que los ubiquemos para cubrir más territorios, estos valores tienen una representatividad limitada, que a veces puedes estar confinada a áreas pequeñas.

Por ejemplo, las estaciones meteorológicas de Santiago de las Vegas y el aeropuerto José Martí están a menos de tres kilómetros de distancia, pero sus registros difieren notablemente, aun cuando ambas cuentan con instrumental de precisión.

Eso demuestra que el paisaje influye en las condiciones: no es lo mismo una zona rodeada de tierra, con vegetación, etc., que retiene o libera calor a un paso determinado, que el asfalto que predomina en los aeródromos.

Todos los valores son “válidos”

Tanto en los días más abrasadores del verano como en las noches notablemente frías, no perdemos la oportunidad de, además de consultar los reportes de los puntos cercanos a nuestra ubicación, echar mano a algún termómetro disponible en casa o en el trabajo, ver cuánto marca e incluso compartirlo en las redes. Pero, ¿tienen estos valores tomados de termómetros no idóneos algún valor (valga la redundancia) informativo? Pues sí.

De hecho, la Organización Meteorológica Mundial planea incluir en sus directivas toda la información disponible, pero acompañando el registro con algo muy importante: los metadatos.

Los metadatos contienen información extra sobre el “dato”, es decir, el valor registrado (en este caso, la temperatura). En esa información extra pueden incluirse elementos que permiten determinar la exactitud del dato y otros parámetros que establecen en qué puede o no ser usado.

Por ejemplo, la temperatura tomada en la sala de su casa, con un termómetro de esos que podemos ver incluidos en suvenires, con un nivel de precisión bajo y muy poca o ninguna calibración, no puede ser comparada o incluida con un valor registrado bajo estándares de calidad: de instrumentación, lugar, etc. P

Pero sigue siendo la medida registrada dentro de una vivienda a equis metros de altura por un termómetro aficionado y puede ser así publicada en cualquier lugar, incluso en documentos científicos, aclarando los metadatos.

Hay países que, basados en estos principios, han extendido su red observacional principal usando sensores digitales más pequeños y, por ende, más baratos, para completar agujeros de información no cubiertos por instrumentos de mayores prestaciones. De esta manera, se tienen informes que son muy útiles, sobre todo en situaciones meteorológicas muy locales.

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Elier Pila Fariñas

Elier Pila Fariñas

MSc., Investigador Agregado del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba.

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